jueves, 16 de mayo de 2013

Chocolate blanco:3


Pese a que Cristóbal Colón pisara América por primera vez en 1492 gracias a los Reyes Católicos, no fue hasta que el conquistador Hernán Cortés invadiese y conquistase territorio mexicano cuando los europeos se rindieron ante la planta del cacao y su bebida.
A su llegada a España este preciado fruto pasó a llamarse chocolate en su derivación líquida – los indígenas lo llamaban agua amarga (Nauatl xocoatl) -  siendo la gran sensación de la alta sociedad española. Fue un producto muy extendido en el viejo continente cuyo consumo era exclusivo de países católicos.
En el siglo XVIII surgieron los primeros logros industriales para fabricar chocolate de manera sólida, lo cual ayudó a extenderse en países protestantes acérrimos amantes del café y el té, dejando arrinconada a la nueva bebida emergente: el chocolate.
Algunos de los componentes que hoy en día forman la receta tradicional del chocolate se han ido manteniendo con el paso de los siglos: a parte de la manteca y el azúcar, todos los chocolates poseen polvo de cacao, el cual se obtiene tras un proceso de fermentación, secado y tostado del grano de cacao molido sin cáscara.
Gracias a las distintas combinaciones de estos tres ingredientes básicos y algunos que también han formado parte en este proceso como la leche o la almendra, se han ido elaborando diversos tipos de chocolate como puede ser el chocolate con leche, el de almendra, el de naranja… hasta que la compañía suiza Nestlé cambió las reglas.
Dicha compañía comercializó una barrita llamada Galak.
Ésta contaba con la peculiaridad de ser de chocolate blanco por el hecho de fabricarse sustituyendo el cacao en polvo por leche con el fin de dulcificar el amargor del cacao. Para seguir teniendo ese sabor tan característico, se optó por manteca de cacao, uno de los sobrantes de la fabricación del cacao en polvo.
Por esta misma razón el chocolate blanco no debería llamarse como tal, pese a ser una derivación del mismo. Por el uso de sus distintos ingredientes, no encontraremos una mezcla dulce y amarga como el chocolate tradicional, más bien dulce por ser blanco y procedente de la leche.
El chocolate blanco a día de hoy se considera más perjudicial que el chocolate comúnmente conocido por todos nosotros; la deficiencia de cacao en el chocolate blanco se compensa con glúcidos, perdiendo de manera sorprendente los beneficios que nos puede aportar el cacao, como por ejemplo – entre otras muchas virtudes –de ayudar a mejorar la hipertensión, siempre y cuando ingiramos cantidades mínimas y controladas.


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